viernes, 16 de febrero de 2024

Un caso sin culpables: La historia de Ju-Eun Cho, la coreana descuartizada en La Dehesa


Ju-Eun Cho, la desafortunada protagonista de un homicidio sin culpables.

    A mediados del año 1990, en Recoleta, la secretaria Amalia Romero Barros (27) se subió a un taxi. Ahí ve a una mujer joven de rasgos orientales, algo no tan común en Chile. Ambas tomaron el mismo taxi de vuelta a casa. La mujer iba alterada, en un momento asustando de Amalia antes de disculparse por su comportamiento de mala educación. Además, se introduce. La joven, Ju-Eun Cho (24), también es una secretaría, y además trabajadora de la embajada de Corea del Sur. Amalia le preguntó como hablaba español tan avanzado, con lo cual la asiática le respondió: "Porque soy chilena, igual que tú". Al acercase a su destino, le reveló que vivía en un apartamento propiedad de la institución donde trabajaba. Al llegar a su casa, Amalia se olvidó de este encuentro, sin darle mayor importancia. 

    Un par de días después, Amalia pasó por coincidencia al lado de la embajada de Corea del Sur, ubicada en Las Condes, y decidió darle una visita a la joven Ju-Eun. Tras esperar unos quince o veinte minutos, la alcanzó a ver otra vez, sorprendida por la visita de su nueva amiga. Al preguntarle si la estaba molestando, la coreana le contó que andaba muy ocupada; Tenía que timbrar más de quinientos pasaportes esa tarde, pero quedaron en juntarse para almorzar juntas el día siguiente. En esa cita, Amalia le contó sobre un trama personal. La habían despedido de su trabajo anterior por tener una relación íntima con un colega y había quedado cesante estos últimos meses. Al enterarse que la mujer tenía conocimientos de Inglés, le ofreció conseguirle un trabajo temporal como recepcionista en la misma embajada. 

    Durante las próximas semanas, las dos trabajadoras se hicieron amigas. Amalia aprendió sobre como el padre de Ju-Eun trabajaba en Arica como comerciante, y como ella pasaba su tiempo libre buscando mercadería en varias tiendas para mandársela por encomienda para que la revendiera. Amalia relata que la trabajadora oriental fue su primera amiga de adulta, y que compartieron una relación amistosa profunda. Salían juntas, iban al cine juntas, hasta planeaban vivir juntas en un apartamento; Ju-Eun buscaba mudarse del apartamento municipal (el cual compartía con varias otras mujeres) y Amalia buscaba alejarse de su madre, a veces descrita como una mujer dominante. Sus sueños se acercaban más y más; Pronto serían mujeres verdaderamente económicamente independientes. Pero todo eso cambió cuando la pareja conoció a Eduardo.

    Eduardo Belmar, un santiaguino, se hizo amigo de las mujeres en un bar, impresionándolas con su ocupación de médico. Más aún, uno de sus familiares trabajaba como abogado, especializado en el área de propiedades; Sería perfecto para conseguirles una vivienda. Varias semanas después, los invitó a ambas a restaurante, asegurando que lo iba a acompañar un amigo. Vino solo, molestando a Amalia. De Mientras la noche avanzaba, Ju-Eun invitó a Eduardo a bailar. Un tiempo después, vuelve a su amiga Amalia, enojada sin razón alguna. Los obliga a pagar y se van a su casa, sin explicar su aparente molestia ante Eduardo.

    De ahí, Eduardo y Ju-Eun tendrían una relación misteriosa. El iría más y más seguido a ir a visitarla en su oficina. A veces salía contento, a veces enojado, a veces indiferente. Ju-Eun se negó a contarle de qué se trataban las conversaciones realizadas en su espacio de trabajo. Los temas y emociones que ocurrieron ahí se han perdido con la historia. Ju-Eun cambió su actitud frente a Amalia; Salía menos y menos con ellas, a veces irían a una cena y se negaría a comer. Tomó una actitud más callada, introvertida. En un momento, ella le confió a Amalia que Eduardo "no confiaba" en su amistad y que buscaba separarlas.

    El 26 de abril de 1991, Ju-Eun fue vista con vida por última vez por su amiga Amalia mientras salía de su trabajo de empleada. Meses después, pruebas de ADN comprobarían que el cuerpo descuartizado encontrado en La Dehesa poco tiempo después era el de ella. Durante una investigación póstuma, se interceptó una carta escrita en secreto de Eduardo para Amalia en octubre de 1991. Habían tenido un romance en secreto:

¿Hace cuánto tiempo que no te abrazo? Creo que la última vez que fui a Santiago fue en junio, a fines. Y tan poquito rato que estuvimos. Pero qué importa este esfuerzo pata estar juntos, si va a ser para toda nuestras vidas. Eso es lo que quiero; morirme al lado tuyo, aunque suene de teleserie. A veces me desespero, porque nos tenemos que cambiar de escondite a cada rato y no es fácil encontrar lugares para escondernos y más encima tratando de que no se nota. Nos ha costado mucho. Pero ya se va a arreglar todo y nadie va a estar en peligro.

    Pero lo más curioso de la carta era un segmento refiriéndose a un "trabajo" que hizo Eduardo, por el cual busca ser recompensado a través de amenazas violentas: 

Preciosa, no te olvides pasar a cobrarles la plata por el trabajo a esas minas de la casa blanca en La Dehesa, Tu mamá sabe la dirección. Amenázalas con mandar un anónimo a sus madres si no te sueltan la plata. Ellas ya están sanitas, como nuevas, sin dolor ni trámite. Mándamela toda, que tu mamá no se deje nada, a ella ya le pagaron. Si no las ubicas, pregúntale al Juan, él va todos los viernes en la tarde al bar de Suecia. Manda la plata como siempre por giro postal al nombre que te di y al Banco Santander de Valdivia. 

    Rumores han volado. Algunos dicen que tenía líos con la mafia, que su novio coreano se había escapado del país el día después del crimen, que Eduardo era un sicario, ninguno de estos confirmados. Investigaciones alcanzó a interrogar a Amalia y a su madre; Ambas contaron sobre la corta amistad que tuvo con la coreana, sin alzar sospecha alguna. Eduardo no pudo ser ubicado para un interrogatorio formal.

    Hasta hoy en día, es considerado un caso frío. No han habido detenidos ni imputados.

Fuentes: 

  • Libro: "El crimen de escribir", Editorial Planeta, noviembre de 1998, capítulo "El corazón coreano", pp. 109-127. Escrito por Carolina Díaz Toro.
  • Artículo: "Descuartizada de La Dehesa es la coreana Ju Eun Cho", La Tercera, 31 de octubre de 1991, p. 33
Nota: En los nombres coreanos, el apellido (en este caso "Cho") vendría primero. Esta redacción usa el occidental de nombres, ubicando el "Cho" al final del nombre del protagonista de esta historia, dado a que se encontraba viviendo en Chile por varios años y había adaptado este orden de nombres. 

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