viernes, 11 de octubre de 2024

Talquino demente asesinó a cuatro personas con rocas antes de ser abatido por Carabineros

Fuente: Artículo, "Demencial matanza colectiva", de la revista Vea, edición N° 1.814, publicada el 18 de abril de 1974, páginas 14-17. Texto de Ernesto Zelada. Fotos de José Muga y envíados especiales.

Demencial matanza colectiva

En un ataque demencial, rústico campesino asesinó a golpes a cuatro hombres y dejó otros siete heridos. Con una fuerza sobrehumana, nadie pudo reducirlo, hasta que un carabinero debió ultimarlo de un balazo.


Completamente fuera de si, y con una fuerza sobrehumana, campesino mató a cuatro personas e hirió a otras siete. Debió ser reducido de un balazo. En la foto, el padre del asesino loco reconoce el cadáver de su hijo en la morgue de Talca.

    Aún no oscurecía en el apacible sector campesino de Quiñantú, provincia de Talça, cuando los lugareños vieron correr por el polvoriento camino a un hombre. El sujeto, jadeando, se detuvo a descansar frente al correo, que tiene más actividad como clandestino de licores para los obreros agrícolas del lugar.

    El desconocido observó a su alrededor, clavando su mirada en los individuos que bebían en el interior. Su mente enferma imaginó quizá qué cosa y decidió actuar, destruir, eliminar a quien se le pusiera por delante. Así comenzó una matanza increíble que manchó de rojo la tierra del camino en un lugar ubicado a 20 kilómetros al oriente de la ciudad de Talca.

    Cuatro muertos, siete heridos fue el saldo de esa orgía de sangre provocada por, el demente Alejandro Amigo Vergara, quien creyó que matando podría liberarse del embrujo que suponía tener.

    El loco criminal sufría de una sicosis aguda que, acompañada de frecuentes ataques de epilepsia, lo. transformaba en un ser sumamente peligroso, en una bestia asesina que lamentablemente no estaba encerrada cuando ocurrieron los sangrientos sucesos.

    El drama había empezado a desencadenarse hacía un par de años, cuando el entonces alcoholizado Alejandro Amigo bebía en el clandestino de la viuda Florinda Palma, ubicado en la Población Buenos Aires. La mujer al ver al obrero analfabeto ebrio le regaló un trago fuerte. "para componer la caña", cuyo sabor impresionó la ya enfermiza mente de Amigo, quien desde esa fecha atribuyó sus ataques a un supuesto embrujo que le hizo la mujer. Según él, con ese trago había quedado endemoniado.

    Cada vez que sufría la locura decía ver a la mujer ofreciéndole el vaso que contenía la poción embrujada. Inmediatamente se ponía violento y enfrentaba a la imaginaria mujer, que a veces aparecía personificada en sus propios familiares, o también podía ser árbol o un caballo.

    Esa tarde de lunes 8, Alejandro Amigo llevaba casi doce horas "poseído por el Demonio", Huyó por los potreros arrancando de la mujer do de la mujer que lo obsesionaba, hasta que llegó al camino de Duao a Callejones sin haber visto a ningún ser humano. Ya cansado, se detuvo frente al correo de Quiñantú, administrado por Idella Acevedo Castro.

    Sólo entonces se fijó en el anciano que estaba cerca de la puerta de entrada, seguramente con un vaso en la mano...

El primer crimen

    En su nublada mente el loco creyó ver a la mujer que lo había embrujado y decidió tomar Inmediata venganza. Agarró una piedra y la lanzó contra la casa. Esta entró por la ventana, destruyendo algunos objetos que había en el interior y causando la sorpresa de los allí presentes. Pero el loco no esperó reacción alguna y continuó su ataque. Cuando salió del lugar Juan Acevedo Gutiérrez, de 60 años, lo golpeó en la cabeza, a la vez que le gritaba: "Tú me embrujaste, te voy a matar".

    El anciano cayó herido en el antejardín, en tanto que todos los demás escaparon hacia el interior de la casa. Fue entonces cuando el demente levantó un tronco, que pesaría poco menos de cien kilos, y lo dejó caer sobre la cabeza de Acevedo, quien murió en forma instantánea, en tanto que el criminal continuaba con sus gritos demenciales.

    El incidente aún no terminaba cuando llegó corriendo desde el asentamiento Quiñantú, ubicado enfrente, Julio Acevedo Zúñiga, de 20 años, hijo de la víctima, quien acudió en socorro de su padre.

    El asesino, al verlo, también le gritó "tú me has embrujado", y tomando una pala comenzó a golpearlo, fracturándole un brazo y causándole graves lesiones en la cabeza.

    - Todo ocurrió muy rápido - recordó Julio Acevedo, cuando se reponía de las heridas en el Hospital de Talca; cuando me di cuenta que atacaba mi padre traté de enfrentarlo para reducirlo, pero fue imposible. Estaba fuera de sí, se movía muy rápido y se notaba que tenía una fuerza extraordinaria. Cuando traté de acercarme a él, me detuvo con una pala y me golpeó. Del correo salieron tres "viejitos" arrancando y los siguió con la pala, quizás fue por eso que me deje tranquilo y no me mató. Después lanzó la pala y corrió por el camino hacia Callejones.

    Idelia Acevedo, la dueña del negocio, relató por su parte:

    "Había varias personas aquí. El finado pidió una malta y antes que alcanzara a servirsela, cayó la piedra a la pieza; todos quisimos salir para saber quién la había lanzado, pero cuando vimos que el hombre, al que nadie conocía, intentaba atacar la casa escapamos hacia el dormitorio. Desde allí sólo sentíamos los gritos. Antes de que pudiera entrar a la casa escaparon tres clientes... Yo no me atreví a salir hasta cuando estuve segura de que el loco se había ido.


El demente dejó caer un enorme tronco sobre la cabeza de Juan Acevedo Gutiérrez, causándole una muerte instantánea. 


El lugar donde quedó el cadáver del anciano obrero agrícola. El fue la primera víctima del insano.

Otro asesinato

    El insano, luego de perpetrar su primera agresión, escapó por el camino de tierra en dirección a la Carretera Panamericana. Habría avanzado unos quinientos metros cuando se encontró con Estanislao Aguilera Muñoz, quien regresaba en bicicleta desde su trabajo en un fundo cercano. 

    Alejandro Amigo corría en sentido contrario, lo que no llamó la atención al campesino. De pronto, el loco lo lanzó al suelo, comenzando de inmediato a golpearlo con piedras en la cabeza, a la vez que le gritaba lo mismo que a sus otras víctimas. Le pegó en el cráneo hasta que el obrero agrícola dejó de existir. 

    Todavía no dejaba a su segunda víctima fatal cuando vio que se acercaba Victor Cofré Alvarado, de 53 años, padre de ocho hijos menores, quien llevaba el mismo recorrido que Aguilera. El loco comenzó a golpearlo, pero el campesino prefirió escapar antes de enfrentarlo, ya que, "estaba decidido a todo y golpeaba sin compasión. Me habría matado si no me lanzo a correr; bastaba mirarlo para darse cuenta de que estaba totalmente loco".




Víctor Cofré Alvarado, Julio Acevedo Zúñiga y Luis González Farías son tres de los campesinos que se salvaron, aunque heridos, de la furia asesina del enajenado. Otros cuatro trabajadores agrícolas también recibieron pedradas y golpes de pala en las múltiples agresiones que protagonizó el enfermo mental.

    Pero la carrera del criminal aún no había terininado horrible acción demencial tenía que cobrar más victimas. Todo aconteció en escasos 15 minutos; el loco, con un par de muertos a su haber, continuó su carrera. Su ataque ya parecia no ener vuelta.

    El próximo ser humano que encontró en el camino potroriento y solitario fue el joven Luis González Oróstica, quien se dirigía a pie - a Quiñantú:

    - Yo no lo había visto; pronto sentí un golpe, recibí una piedra entre los ojos y casi per 11 el conocimiento. Presentí que me iba a seguir golpeando y es capé. El loco no me siguió, ya que vio que se acercaba Luis Montecinos, y se abalanzó sobre él.


Luis González Oróstica, quien recibió una pedrada entre los ojos. Tuvo que huir de la furia asesina de Alejandro Amigo.

    "También lo pilló de sorpresa y el golpe que le die lo dejó semiaturdido, Luego le siguió pegando hasta que id dejo bolado en un charco de sangre. Luego el loco se fue corriendo. Cuando fui a ver a Montecinos ya estaba muerto y tenía la cabeza destrozada",


Luis González muestra el lugar donde el demente asesinó a Luis Montecinos.

    La fiera humana era incontenible y la noticia de las agresiones que estaba cometiendo corrió por el sector. Un grupo de campesinos decidió dar aviso a Carabinero del retén Callejones, distante a pocos kilómetros Juan Videla Videla encabezó el grupo que se dirigió al cuartel policial con un tractor.

    A la entrada de Callejones - un pueblo de unos 200 habitantes los campesinos se encontraron con el loco homicida quien al verlos, de inmediato comenzó a lanzar piedras contra el vehículo, haciendo huir a los ocupantes. El demente quebró los focos a pedradas y otras piezas de la máquina, desatando toda su furia contra ella. Luego, utilizando su increíble fuerza trató de volcar el tractor. No lo consiguió y como no encontrara a nadie a quien agredir siguió corriendo por el camino, encontrándose con un grupo de lugareños.

    Al igual que en los casos anteriores, anunciando a gritos su embrujo, atacó a los obreros Una de las piedras impactó en la boca de Luis González Farías, quien cayó al suelo sangrando: los otros trabajadores agricolas, casi sin pensarlo, se abrieron en abanico para tratar de reducir al enajenado. Pero el criminal parecía una bestia indomable, lanzaba piedras con tal rapidez que les era imposible a varios hombres poder acercarse a él. En medio de esa lluvia de piedras cayo herido de muerte Luis Acevedo Ponce, de 30 años, quien dejó de existir minutos después.

    El furioso asesino logró aludir al grupo de campesinos que intentó dominarlo - dejando un muerto y varios heridos y trató de seguir la carrera en dirección a Talca. Pero ya los lugareños habían corrido hasta el retén de Carabineros, distante a sólo cien metros, para dar cuenta de los crímenes del desconocido.

    De la unidad policial salieron dos funcionarios, quienes trataron de interceptar al demente. Al verlos, se abalanzó sobre ellos con el propósito de perpetrar otra sangrienta agresión. Les lanzó piedras, en tanto que uno de los policías hijo cinco disparos al aire con e arma de servicio con el propósito de intimidarlo. Pero el loco estaba enceguecido y logró acercarse hasta el uniformado, debiendo entonces intervenir el Carabinero Luis Mancilla, quien hizo un disparo al aire con un rifle y en un último instante apuntó el arma hacia el cuerpo del asesino. Le disparó, causándole una muerte casi instantánea, terminando así la horrible matanza de Alejandro Amigo Vergara. El fin del loco psicópata no podía ser otro; si el policía no actúa tan decidido, probablemente habrían sido más las víctimas del demente, que en menos de media hora asesinó cruelmente a cuatro campesinos y dejó a otros siete heridos.

    De las cuatro victimas, sólo Juan Acevedo Gutiérrez tenía familiares en la región. Los otros tres llegaron algún día al sector y se dedicaron a trabajar en los fundos. Todos eran trabajadores - tranquilos, que ni siquiera alcanzaron a saber por qué los agredía ese enloquecido hombre bajo y rubio.


Los restos del campesino Juan Acevedo Gutiérrez fueron velados en el asentemiento Quiñantú y luego sepultados en el Cementerio de Talca. El fue la primera víctima del psicópata. El asesino le destrozó la cabeza dejándole caer un pesado tronco.

El asesino

    Alejandro Amigo Vergara, de 33 años, era el mayor de diez hijos del matrimonio formado por los campesinos Victor Amigo Sepúlveda y Elsa Vergara Espinoza. Toda la familia vive en el fundo "Rinconada" de Ban Clemente, de propiedad de Antonio Rodriguez, y que está a unos cuarenta kilómetros oriente de Talca, cerca de la localidad de San Clemente.

"Si, es mi hijo", exclamó el campesino Víctor Amigo Sepúlveda, al reconocer en la morgue del Cementerio de Talca los restos del demente Alejandro Amigo Vergara, quien en un ataque de locura asesinó a cuatro trabajadores agrícolas y dejó heridos a otros siete. El asesino recibió una bala de fusil, disparada por un carabinero, que inútilmente trató de controlarlo.

    Según las declaraciones de sus padres, hasta hace un par de años era una persona totalmente normal. "Se dedicaba a trabajar en el fundo, jugaba fútbol, pero bebía mucho alcohol".

    - De pronto le empezaron a dar ataques de locura. El decía que estaba embrujado por la viuda Florinda Palma, que le había dado de beber un trago especial. Siempre los ataques le duraban poco, aunque se ponía un tanto violento cuando confundía a cualquier persona con esa mujer. Le vino una crisis en la Navidad pasada y quiso agredir a su hermana con un azadón. La habría matado si no llega en esos precisos momentos el esposo de ella, Humberto Sepúlveda. 

    "Ese día logramos calmarlo y acostarlo, pero le seguía diciendo a su hermana que la iba a matar por haberlo embrujado. Al día siguiente - continúa en su relato la madre del criminal - estaba normal, pero de pronto me empezó a mirar en forma muy rara. Me gritó que yo lo había hechizado y tomó una pala para pegarme. Tuve que arrancar y esconderme, hasta que mi esposo logró tranquilizarlo."

    "El niño siguió enfermo, lo convencimos de que teníamos que llevarlo al hospital, diciéndole le quitarían el embrujo. Pudimos hospitalizarlo entre el 12 y el 26 de marzo pasado y cuando lo dieron de alta parecía que estaba sano. De todos modos lo citaron a control para el 26 de abril. Le diagnosticaron sicosis y epilepsia, por lo que debía ser examinado constantemente. Desde que salió del hospital se vio alterado algunas veces, aunque no actuó en forma violenta como lo hizo para la Pascua. No volvió a trabajar más, tampoco bebía. Se dedicó sólo a jugar por el Club Deportivo "Santa Cruz", del cual era arquero.

    La enfermedad de Alejandro Amigo sólo se hizo presente en forma violenta un día antes que cometiera los cuatro asesinatas, y de ello fue testigo su cuñado Humberto Sepúlveda.

    - El domingo fuimos todos los del club deportivo a Talcahuano, allá teníamos concertado partido. Alejandro iba a jugar como arquero y también llevó la guitarra, la que tocaba muy bien. Antes de comenzar el partido tuvo varios ataques de epilepsia, razón por la cual sólo lo dejamos jugar algunos minutos. Se le veía inquieto, muy nervioso. Cuando en el micro desde Talcahuano le vino un violento ataque e intentó lanzarse por una de las ventanillas, entre varios lo sujetamos y tratamos de calmarlo. Como tenía mucha fuerza y no se le pasaba la furia, tuvimos que amarrarlo hasta que llegamos al fundo.

    "Creímos que ya se le había pasado el ataque, pero nos vimos obligados a amarrarlo en la cama y así se quedó dormido. Todos pensamos que se tranquilizaría y acordamos que al día siguiente había que llevarlo al hospital.


Elisa Vergara Espinoza, madre del asesino: "El niño estaba enfermo desde hace unos dos años. Para la Pascua pasada trató de pegarle a su hermana con un aradón y al día siguiente me persiguió con una pala. Lo internamos quince días en el hospital y parecía mejorarse. Lamentablemente pudo haberse evitado lo que pasó".

Pudo evitarse...

    - Ya en la mañana - cuenta la madre, Elsa Vergara, el niño se veía bien. Lo llevé en el micro de 9 a Talca, cuando llegamos le dio una crisis, siendo atendido de urgencia, pero luego me lo entregaron. Estaba normal, de todos modos intenté hacer los trámites para que me adelantaran la cita de control que tenía para el día 26. Estuve varias horas en el hospital. De pronto, el niño me preguntó dónde estábamos. Yo le contesté que en el hospital. El creía que todavía estaba en Talcahuano. De pronto le bajó la locura. "Tú me has embrujado", me dijo, y salió corriendo por los pasillos. Le seguí y rogué para que se detuviera, pero salló a la calle y lo perdí de vista. Al verme llorando, la gente me dijo que fuera a la Comisaría de Carabineros a advertir que mi hijo se había fugado. Esperé todo. el día y me ful a San Clemente. en el micro de siete de la tarde. Sólo en la noche me enteré por radio que mi hijo había muerto y que había asesinado a cuatro personas.

    "He sentido mucho la muerte de mi hijo, pero supe que era imposible controlarlo. Lamento. lo que sucedió con las otras personas... A lo mejor nada habría ocurrido si hubiera logrado hospitalizarlo o impedido que escapara. Que Dios lo perdone y coja su alma."

    Pero la sangrienta forma en que hizo noticia el desconocido pueblo de Callejones quedará por mucho tiempo en las pesadillas de sus habitantes.

    Y el espeluznante suceso, provocado por una mente enferma espanta a la opinión pública chilena, que jamás había vivido tan de cerca un caso de crimen colectivo.


Las cuatro víctimas quedaron con sus cabezas prácticamente destrozadas. Los restos yacen en la morgue del Hospital de Talca.

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Talquino demente asesinó a cuatro personas con rocas antes de ser abatido por Carabineros

Fuente: Artículo, " Demencial matanza colectiva ", de la revista Vea, edición N° 1.814, publicada el 18 de abril de 1974, páginas ...